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...Si escuchas hoy su voz,
no
endurezcas tu ❤.
(Hebreos 4:7)


Las manos de Dios



Cuando observo el campo sin arar,
cuando los aperos de labranza están olvidados cuando la tierra está quebrada,
 me pregunto: 
¿dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil;
cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre,
del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus derechos
me pregunto: 
¿dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando contemplo a esta anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y
balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó
me pregunto: 
¿dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor;
cuando observo a su pareja y a sus hijos deseando no verle sufrir;
cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un
grito de súplica de paz, me pregunto: 
¿dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando miro a ese joven antes fuerte y decidido, ahora embrutecido
por la droga y el alcohol, cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia
brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino me pregunto:
dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo
arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir,
y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a vender
su cuerpo, me pregunto: 
¿dónde estarán las manos de Dios ?

Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico,
su miserable cajita de dulces sin vender, cuando lo veo dormir en la puerta
de un zaguán titiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren
su frágil cuerpecito, cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo
veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero,
me vuelvo a preguntar: 

¿dónde estarán las manos de Dios ?

Y me enfrento a Él y le pregunto: 

¿Señor dónde están tus manos?
para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado,
rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio escuche su voz que me reclamó,
"no te das cuenta que Tú eres mis manos,
atrévete a usarlas para lo que fueron hechas,
para dar amor y alcanzar estrellas".

Y comprendí que las manos de Dios somos "TU y YO",
los que tenemos voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por
un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos
que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que
desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se reten a si mismos para
ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han
dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor que me distes y
que no he sabido compartir, las debo de usar para amar y conquistar
la grandeza de la Creación.

El mundo necesita esas manos, llenas de ideales y estrellas,
cuya obra magna sea contribuir día a día, a forjar una nueva civilización,
que busquen valores superiores, que compartan generosamente
lo que Dios nos ha dado y puedan al final llegar vacías,
porque entregaron todo el amor, para lo que fueron creadas
y Dios seguramente dirá:

¡ESAS SON MIS MANOS !

 Anónimo

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