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...Si escuchas hoy su voz,
no
endurezcas tu ❤.
(Hebreos 4:7)


Lo único que quiero...

Lo único que quiero, es que cuando veas mi vida
encuentres algo verdadero... Un corazón sincero
Lo único que quiero,
es que si necesitas de alguien que cumpla tus sueños quiero ser el primero...
Dios mío yo quiero corresponder al amor que tú me das,
quiero amarte de verdad en mi diario caminar,
y cuando tú regreses, me encuentres haciendo tu voluntad
No dejes que mi vida
se desperdicie en cosas que la pena no valdrán, afanes ya no más
Sino que cada día
aplique tu palabra en mi forma de pensar mi diario caminar
La entrega y la pasión en ti yo quiero en mí tener,
Y cada día esforzarme por tu amor corresponder
Soy de ti...
Dios mío yo quiero corresponder al amor que tú me das,
quiero amarte de verdad en mi diario caminar,
y cuando tú regreses, me encuentres haciendo tu voluntad.

"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna"

Juan 3.16

ver video: http://www.youtube.com/watch?v=qnaUNfFgmu0

Mujer virtuosa

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias...
Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos...
"Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada" 
Proverbios 31

El poder de las palabras

¿Las oyes?... Abundan dondequiera y nos rodean por todos lados. Son pequeñas, pero causan un gran impacto. Las hay grandes, amenazadoras y malinterpretadas. Impetuosas. Agitadas. Confusas. ¿Las oyes? Son una de las fuerzas más poderosas de toda la creación: Las palabras.

Cuando Dios creó al mundo y todo lo que hay en él, lo hizo con palabras. Él dijo: "Sea" y fue. Y, asombrosamente, cuando Dios creó al hombre a Su propia imagen, le dio también la poderosa herramienta del lenguaje. Con una simple palabra, podemos crear una sonrisa en el rostro desanimado de un hijo, o aligerar el peso en el corazón cargado de un esposo o de otro ser...

Nuestras palabras pueden avivar los sueños de una amiga, alentar a nuestros hermanos en la fe para que corran la carrera con paciencia, y traer el mensaje de esperanza a un mundo que sufre. Las palabras son una de las fuerzas más poderosas del universo.

Pero, ¿Cómo debemos usar este invalorable regalo?

Escrito está:

"La muerte y la vida están en poder de la lengua" (Pr. 18:21). No tenemos más que salir a la puerta de la casa para ver la diferencia que pueden hacer las palabras.

VEAMOS:

Las palabras tienen un gran impacto…

...Los muchachos estaban preparados en la línea de salida, esperando la señal para iniciar la carrera de un poco más de tres millas a través de un sendero del bosque. Los padres y los fanáticos estaban de pie a los lados de la ruta, para animar al grupo de jóvenes que se preparaban para el campeonato a campo traviesa. Entre los corredores de ese día estaba mi sobrino Esteban.

Tan pronto como su pie izquierdo dejó la posición de salida, su madre, Patricia, tomó el megáfono de 36 pulgadas y comenzó a gritar.

¡CORRE, ESTEBAN!, lo animó, no una sola vez, sino una y otra vez con intervalos de diez segundos. Cuando lo perdió de vista, fue corriendo a otro punto estratégico a lo largo del sendero por donde los corredores tendrían que pasar. Y aunque ya no se podía ver a los muchachos, Patricia seguía animándolo: "¡CORRE, ESTEBAN!"

En un momento que gritó una vez más "¡CORRE, ESTEBAN!", un hombre que estaba al otro lado del parque le gritó: "¡YA ÉL NO PUUEEDDEE OOOOIRIRLALA!"

"No sé si puede oírme o no", murmuró Patricia, "pero si existe la posibilidad de que pueda hacerlo, quiero que escuche mi voz animándolo". Así pues, durante 16 minutos esta diminuta y dinámica mujer estuvo enviando confianza y valor al corazón de su hijo.

Cuando terminó la carrera, le pregunté a Esteban:

— ¿Podías oír la voz de tu madre animándote, mientras corrías a través del bosque?

— Oh, sí—me respondió sonriendo— Pude oírla durante todo el trayecto.

Entonces le dije:

— ¿Qué efecto tuvo eso en ti?

— Hizo que no me rindiera—respondió— Cuando me dolían las piernas y me faltaba aire en los pulmones, y sentía como si fuera a desmayarme, escuchaba la voz de mamá, y eso hizo que no me rindiera...

...Las palabras pueden ser la fortuna o la ruina de un hombre…

Carlos e Isabel eran una pareja maravillosa con un hermoso futuro. Cuando celebraron su primer aniversario de bodas, tenían carreras prometedoras, una nueva casa y todo lo que les permitiría lograr el sueño americano. Pero tres años después, Carlos comenzó un nuevo negocio, y al agotársele el dinero, tomaron una segunda hipoteca sobre la casa. Isabel cayó en una depresión, y comenzó a utilizar sus palabras como armas para castigar a Carlos por sus debilitadas finanzas. "Es que eres muy estúpido", le decía. "¿Qué pasa contigo, que no puedes hacer nada bien?" Palabra a palabra, Isabel destruyó su matrimonio y a su esposo. Ella pensó que, por ser él un cristiano, nunca la dejaría, pero estaba equivocada. Un buen día, Carlos se marchó, y el año siguiente el divorcio fue definitivo.

— Poco después de la partida de Carlos, escuché el silbido apacible de Dios—dijo Isabel. Parecía decirme: "¿Es esto lo que querías? ¿Querías un divorcio? ¿Querías estar sola?"—. Entonces clamé: "Dios mío, ¿qué hice?"

Aunque Carlos e Isabel estaban oficialmente divorciados, Dios comenzó a trabajar en el corazón de ella. Vio lo que habían hecho sus palabras y, con la ayuda de Dios, comenzó a cambiar. Prometió no volver a usar jamás palabras irrespetuosas. A partir de ese momento, resolvió utilizar sus palabras, no para dañar, sino para curar.

El corazón de Isabel anhelaba volver a unirse a Carlos, pero su mayor anhelo era convertirse en la mujer que Dios quería que fuera. A medida que se sumergía en el estudio de la Biblia y en la oración, comenzó a ver a Carlos a través de los ojos de Dios, y a usar sus palabras para edificar, en vez de destruir. Al comienzo, Carlos estaba escéptico, pero al final se enamoró de nuevo de Isabel, y volvieron a casarse un hermoso día de agosto.

Carlos me dijo después:

— Creo que nada afecta tanto la confianza de un hombre, como la falta de respeto, hablando constantemente de sus debilidades. Los hombres tenemos una lucha constantemente para tratar de vencer al mundo. El hombre necesita saber que su hogar es un lugar seguro.

En una encuesta realizada, le pregunté a cientos de hombres que era lo que más anhelaban de la mujer de sus sueños. Uno respondió:

— Yo he sido silenciado, acallado a gritos, criticado, menospreciado, ignorado y marginado. Sé que fui creado con algún propósito, y sé que ante los ojos de Dios soy valioso. Por eso, lo que quiero es que alguien crea en mí.

¿A dónde puede ir su esposo en busca de palabras de aliento? ¿A dónde podrá ir para que alguien lo anime y crea en él? Espero que sea a su hogar.

El poder y el potencial del cambio

Estás dispuesta a usar tus palabras como un instrumento de belleza, Dios es perfectamente capaz de darte el poder de hacerlo. Lo único que hace falta es la práctica.

Examina cuidadosamente tus palabras a la luz de Filipenses 4:8. Pregúntate: "

¿Es lo que voy a decir: verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre? ¿Las palabras que pienso decir servirán para edificar o destruir, para animar o desanimar, para alimentar o devorar?

En una oportunidad, cuando mi hijo tenía 11 años, lo llevé a un parque de diversiones. Cuando íbamos a descender a toda velocidad en la destartalada montaña rusa, me incliné hacia delante para recordarle la gran madre que él tenia, en caso de que lo hubiera olvidado. Pensé decirle: "Eres muy afortunado de tener una madre como yo, que te puede traer a un lugar como éste". Pero, antes de que salieran las palabras de mi boca, me detuve y me pregunté: ¿Es eso lo que quieres decir? ¿Se sentirá él afortunado?

Cambié, entonces, las palabras, y le dije a mi precioso hijo: "Francisco, soy muy afortunada de tener un hijo como tú, al que puedo traer a un lugar como éste". En sus mejillas se dibujaron dos hoyuelos cuando sonrió, y a mí me corrieron las lágrimas cuando le di gracias a Dios por Su poder para cambiarnos.

Ponga atención. ¿Las oyes?... Son pequeñas, pero impactan. Son una de las fuerzas más poderosas de toda la creación: LAS PALABRAS!!.

Nuestras cargas...

...Un niño de 6 años tiene que cargar 12 cajas 100 libras y subirlas a un estante de 1 metro de alto. El niño podría empujarlas, halarlas, palanquearlas, hacer de todo lo que esté a su alcance para mover una caja pero no podrá lograr su objetivo solo, aún y tenga una técnica infalible sus fuerzas son limitadas y si insiste en valerse por si mismo quedará lastimado emocionalmente o con una lesión física permanente. Definitivamente el niño no puede solo, pero hay un hombre, alto y fuerte que puede fácilmente con las cajas. El niño acude a él y el hombre con mucho gusto carga cada una de las cajas y las sube en el estante.

Resultado: El niño logra su objetivo de que las cargas estén en el estante, inicia una relación de amistad y confianza con el hombre, el hombre por su lado se ejercita y como agradecimiento le regala un dulce al niño. Cada vez que el niño tiene una situación especial en la cual deba cargar algo sabe que va a contar con ese hombre y el hombre al ver la confianza que le tiene el niño, además de ayudarlo con sus cargas, lo protegerá y le enseñará a como cargar esas cajas para cuando esté adulto. En resumidas cuentas: El niño entrega sus cargas a uno más fuerte, mientras descansa. Eso es lo que quiere Jesús que hagamos y eso se llama Fe. El es el Hijo del Hombre y nosotros sus niñitos. ... Pero si el niño cada vez que el hombre toma una caja intenta ayudarlo, lo que hace es retrasar el trabajo y podría lastimarse. Ante la desesperación del niño, el hombre pararía en su labor y la meta del niño no sería cumplida, trayéndole esto frustración. Esto pasa cuando creemos que por nuestra propia cuenta podemos a solucionar nuestros problemas. Pero si entregamos nuestras cargas a Jesús, descansamos, recibimos la bendición y se refuerza nuestra fe. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:28-29)

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