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...Si escuchas hoy su voz,
no
endurezcas tu ❤.
(Hebreos 4:7)


Me quejé...

...Pensaba que mi vida no estaba bien, hablé entonces con Dios y...
Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo, pero no agradecí mis manos para trabajar.-
Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, mas no agradecí por tener una familia.-
Me quejé cuando no había lo que me más me gustaba para comer, pero olvidé agradecer por tener que comer.-
Me quejé por mi salario, cuando miles ni siquiera tienen uno.-
Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto al buscar unos libros, pero no pensé en que muchos no tienen hogar donde tener las luces encendidas.-
Me quejé por no poder dormir 10 minutos más, olvidando a quienes darían todo por tener su cuerpo sano y poder levantarse.-
Me quejé por tener que trabajar al día siguiente, olvidando que muchos no tienen trabajo que les permita llevar sustento a su familia.-
Me quejé porque mi madre me reprendía, cuando millones desearían tenerla viva para poder honrarla y abrazarla.
... y Dios me mostró en aquel momento la verdad y entonces comprendí lo ingrato que había sido con Él, y comencé a agradecer por las cosas que había olvidado, y aún más aquellas por las que tanto me quejaba...
“No os preocupeis diciendo, que comeremos, que vestiremos, mirad las aves del campo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro padre celestial las alimenta... Observad los lirios del campo, cómo crecen... Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?” (Mt 6, 26. 28. 30).

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